Dos frentes en el teatro anterior a 1939:
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Jacinto Benavente |
- El teatro que triunfa: la "alta
comedia" o la comedia burguesa, el teatro neorromántico en verso, un teatro cómico tradicional, populachero y costumbrista.
- El teatro innovador: las experiencias
teatrales de los hombres del 98. el teatro de Valle. Ramón Gómez de la Serna: los impulsos renovadores de las vanguardias y
el grupo del 27.
I - TEATRO QUE TRIUNFA
a. La Comedia burguesa: Jacinto Benavente.
La comedia burguesa se caracteriza por
recrear ambientes de la burguesía y de la aristocracia, con personajes de buen tono, refinados, cultos e irónicos que dialogan con
soltura y brillantez. Hay sátira, pero sin profundizar, sin ahondar en las tensiones sociales de la
época. Jacinto Benavente (1866-1954) es la figura más representativa de este
teatro.
b. El teatro en verso.
De carácter posromántico, con elementos modernistas,
va asociado ideológicamente a un rancio tradicionalismo
que exalta los valores e ideales nobiliarios y las grandes gestas del pasado
imperial. Eduardo Marquina
(1879-1946) es quizá el más digno representante de este teatro.
c. El teatro cómico.
Dos géneros que alcanzan éxito
de público: la comedia costumbrista y el sainete, con tipos y ambientes castizos tomados de los sainetes de D. Ramón de la Cruz, del s. XVIII
o de la zarzuela.
Los hermanos Álvarez Quintero. Serafín (1871-1938) y Joaquín
(1873-1944) llevan a la escena una Andalucía tópica y
sin más problemas que los sentimentales, jovial y graciosa, donde reinan la
felicidad y el salero.
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Escena de La venganza de D. Mendo, de Pedro Muñoz Seca |
Carlos
Arniches (1866-1943) presenta típicos personajes castizos
(sereno, joven casadera, chulo, raterillo.
etc.: chulapos y chulapas) en un Madrid pobre y marginado donde el garbo y la
bondad hacen llevadera la miseria.
En un nivel inferior de calidad, que no de
éxito, situamos el género llamado "astracán", cuyo creador es Pedro Muñoz Seca (1881-1936).
II - TEATRO INNOVADOR
a. El teatro del 98. Tentativas renovadoras. Valle-Inclán.
Los hombres del 98 protagonizaron un interesante intento de renovación de la escena española. A excepción de Baroja, todos ellos cultivaron el género dramático, con desigual fortuna. (Mención aparte merece la figura de Valle-Inclán, cumbre del teatro español del siglo XX.)
Miguel de Unamuno usó el teatro para presentar los conflictos humanos que le obsesionaban: es, pues, un drama de ideas, con un diálogo denso y sin concesiones a las exigencias escénicas. Azorín se acercó tardíamente al teatro con poca fortuna dentro de una línea irreal y simbólica. Mención especial merece la figura de Jacinto Grau, dramaturgo que fracasó en España pero triunfó en Londres, París o Berlín, autor de una obra que hoy atrae la atención de la crítica. Ramón Gómez de la Serna, dentro de un ideal de "arte arbitrario", escribió obras alejadas del público de la época, que en su mayoría se quedaron sin estrenar.
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Valle Inclán |
Ramón María del Valle Inclán (1866-1936)
Ramón Valle Peña nació en Vilanova de Arousa y murió en Santiago de Compostela. Figura inconfundible en la España de la época, por su excentricidad bohemia y su aspecto con melenas largas, "barbas de chivo", capa, chambergo y chalina o poncho mejicano, oculta un violento inconformismo y una entrega rigurosa al trabajo de escritor en permanente persecución de nuevas formas. En Luces de bohemia definirá perfectamente el esperpento: "Los héroes clásicos han ido a pasearse al callejón del gato, (...) Los héroes clásicos, reflejados en los espejos cóncavos, dan el esperpento. (...) Deformemos la expresión en el mismo espejo que nos deforma las caras y toda la miserable vida de España". Distorsión y deformación, pues, de la realidad es la base del esperpento.
b. El teatro del 27. Federico García Lorca.
La generación del 27 no es sólo el grupo conocido de poetas; coexisten dramaturgos como Alejandro Casona y Max Aub o Jardiel Poncela y Miguel Mihura, cuya creación fundamental se da en la posguerra. El teatro del 27 se caracteriza por una depuración del teatro poético, la incorporación de fórmulas de vanguardia y el propósito de acercar el teatro al pueblo.
Pedro Salinas escribe la mayor parte en el exilio. Rafael Alberti estrenó antes de la guerra dos obras interesantes. Miguel Hernández (1910-1942) comienza con ecos de Calderón, para decantarse posteriormente por un teatro de corte social o un teatro de propaganda en plena guerra Teatro de guerra (1937-38). Alejandro Casona, cuya obra más interesante es posterior a la guerra, escrita en el exilio.
Hoy se está recuperando buena parte del teatro de Max Aub, cuya producción más importante se da en el exilio, destacando sus piezas breves sobre el destierro.
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Lorca en la época de "La Barraca" |
Federico García Lorca (1898-1936)
El teatro de Lorca posee la misma altura que su poesía. Por debajo de su personalidad arrolladora late un hondo malestar, el dolor de vivir que aparecerá en toda su obra.
El tema central de sus obras puede resumirse como "el mito del deseo imposible" o "el conflicto entre la realidad y el deseo" o "la frustración". Lorca lleva a escena destinos trágicos, pasiones condenadas a la soledad o la muerte, amores marcados por la esterilidad, encarnado todo ello en personajes femeninos, sin ser un teatro "feminista": se trata de la tragedia de toda persona condenada a una vida estéril, a la frustración vital. Lorca sitúa en un doble plano las fuerzas frustrantes: un plano metafísico (el Tiempo, la Muerte, etc.) y un plano social (los prejuicios de casta, las convenciones y los yugos sociales que impiden la realización personal. Estos dos planos se cruzan con frecuencia.
Para Lorca. "el teatro es la poesía que se levanta del libro y se hace humana (...). El teatro necesita que los personajes que aparezcan en la escena llevan un traje de poesía y al mismo tiempo que se les vean los huesos, la sangre." De otro modo, convivencia de poesía y realidad.