Luis de Góngora es el máximo representante del estilo culterano. En su obra se distinguen habitualmente dos vertientes: los poemas cultos y los poemas populares.
En su poesía de influencia culta, escrita en su mayoría en arte mayor, usó la métrica de origen italiano y los recursos propios del culteranismo. Se incluyen en esta línea sus sonetos y dos extensos poemas:
La Fábula de Polifemo y Galatea relata la historia mitológica del amor del cíclope Polifemo por la ninfa Galatea. La ninfa está enamorada de Acis, hijo de un fauno y de una ninfa, al que Polifemo mata dejándole caer encima una peña. Los dioses, apiadados, convierten a Acis en río. En esta obra aparece reflejado el contraste barroco entre la belleza y lo monstruoso a través de sus protagonistas.

Las Soledades narran la historia de un joven náufrago que es acogido por unos cabreros y por unos pescadores, lo que le da la oportunidad de conocer el mundo idílico de estos personajes.
Tanto la Fábula de Polifemo y Galatea como las Soledades están escritas en ese estilo oscuro y difícil, lleno de cultismos, referencias mitológicas, complejas metáforas y violentos hipérbatos.
Sus sonetos tratan diversos temas, como el amor, el carpe diem, el elogio a personas conocidas, las evocaciones de paisajes o asuntos morales. Predominan los poemas de carácter serio, pero también escribió sonetos burlescos, entre ellos algunos dedicados a escritores de la época.
Góngora cultivó además una poesía de influencia popular, como romances y letrillas, que son composiciones sobre temas diversos (moriscos, pastoriles, burlescos, religiosos), en las que utilizó un estilo menos artificioso. Muchos de estos poemas adquieren un tono satírico y en ellos se caricaturiza a diversos tipos sociales.
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